El equipo salía al campo como en Valladolid, atontado, a verlas venir. No parecía que en juego hubiera lo que había. Pero el fútbol en ocasiones depara esos momentos que te hacen recordar porque es el deporte rey, grandioso. El Sevilla disputará la Liga de Campeones la temporada que viene, siempre que logre pasar la eliminatoria previa, que a nadie se le olvide este detalle. Pasándose por la piedra el tan cacareado “hermanamiento andaluz”. Unos jugadores sevillistas que, a parte de lograr la ansiada cuarta plaza, dejaron sin el petisú a los de Juanma Lillo. Una decepción enorme la de esta UD Almería: plantilla y afición.

Solo esperamos que el destino ponga a cada uno en su lugar y brinde aunque solo sea una oportunidad para devolver la jugada. Un jarro de agua fría para con el club que más está haciendo por unir los intereses del fútbol andaluz, por que todos vayan de la mano. Algo que debe servir para que se replantee la política exterior del Sevilla FC en nuestra Comunidad Autónoma. Una nueva muestra para la historia del enorme complejo de inferioridad que invade nuestros vecinos.

Es el nombre que resuena hoy por cada rincón de la ciudad. El mismo que retumbaba anoche cuando el cronómetro marcaba tres minutos por encima del 90. El canterano se elevaba en un escorzo genial para marcar el gol que daría al Sevilla un puesto en la competición de clubes más importante del mundo por segundo año consecutivo. No es la primera vez que este muchacho cargado de casta y coraje saca su chistera para poner patas arriba un estadio. Ya hace cosa de un año firmaba una actuación de similares características dándole al equipo juvenil una Copa del Rey en los últimos minutos de partido.

Ahora no queda otra que poner los cinco sentidos en la otra Final del día 19. Luego será momento de pasar las facturas pertinentes a determinados personajes, de analizar globalmente la temporada y apuntillar otras tantas cosas. A por ellos.