On 11 may 2010 0 Comentarios

El afán de protagonismo lleva a unas ansias por dar una vuelta de tuerca más que en ocasiones resulta contraproducente. Ningún club moderno, algo de lo que presume con derecho el Sevilla, puede permitirse el lujo de caer en el hastío y estancarse. Pero en determinados aspectos es mejor apoyarse en las tradiciones, echar la vista atrás e intentar imitar lo que en otro tiempo pasado se hizo bien y dio resultado. El pasado sábado se tomaba la decisión de abrir las taquillas justo al término del partido ante el FC Barcelona. La medida comprometía la seguridad física de millares de personas que debían abandonar el recinto por el mismo conducto a través del cual otras tantas pretendían acceder. Inteligentemente ayer mismo, el máximo responsable de tal locura se apresuraba a pedir perdón. Públicamente, sin paños calientes, como debe ser.

La locura desatada en la zona de preferencia hizo que se vivieran momentos realmente dramáticos. Para colmo, hubo cientos de aficionados que abandonaron el graderío antes de tiempo, perdiéndose los trepidantes últimos minutos del envite en el que poco faltó para que cayera el empate a tres. Sin embargo, después de esos primeros momentos de caos, la relación de ventas está siendo alentadora. A pesar de la distancia y demás inconvenientes, el sevillismo está respondiendo como es habitual y ya son 20 mil entradas las que han sido retiradas. De este modo, se espera lleno o casi, en el cupo de boletos que la Federación puso a disposición del Sevilla FC. Todavía habrá entre 10 y 15 mil más en las taquillas.

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