Se viene apreciando una ligera mejoría en la intención de jugar la pelota, últimamente parece haberse apostado por retornar a aquel fútbol que tanta gloria trajo a Nervión. Lamentablemente ayer no servía para doblegar a un Athletic rácano hasta el abuso, principalmente por los fallos puntuales de dos jugadores que costaron un buen dinero en su día. Lautaro Acosta perdonaba un mano a mano con el portero en los primeros minutos, más preocupado en los defensas que le perseguían y en fabricar un penalti, que en tirar a puerta. Romaric se empeñaba en seguir demostrando que no puede jugar en un equipo como el Sevilla, perdiendo un balón al borde del área que le costó la expulsión y casi pena máxima en contra.

Pero aun con más de media hora por delante y en inferioridad numérica, los de Jiménez le ganaban la partida a los de Caparrós. Incluso el árbitro pudo igualar la contienda en este apartado, debiendo sancionar con algo más varias agresiones de jugadores vascos tanto a Navas, como a Perotti. Se vaciaron casi por completo los jugadores ayer, cosa que siempre es valorada por una afición tan curtida como la sevillista, una muestra más de sabiduría y madurez. Especial mención merece la línea defensiva, que se viene mostrando bastante segura: un Fazio infranqueable, un Dragutinovic exquisito al corte, un Stankevicius que día a día se gana el derecho a quedarse y un Palop para el que ya no hay adjetivos.

La jornada
A pesar de lo que pudiera parecer inicialmente tras el empate, ha sido una buena jornada para los intereses sevillanos. El primer dato agradable es que se recorta un punto con la tercera plaza, tras la derrota valencianista, esta queda exactamente a tres puntos. La otra extraordinaria noticia es que, tras la expulsión de Romaric, el marfileño no podrá vestirse en el Santiago Bernabéu, con el consiguiente beneficio para el equipo que eso supone.