On 16 mar 2009 0 Comentarios

No se plasmaba en el marcador la insultante superioridad que existía sobre el terreno de juego. La cosa se tornaba muy oscura cuando, tras escamotear el trencilla un claro gol a Squillaci, el Málaga se abrazaba a la suerte gracias a dos fallos infantiles en la zaga sevillana. Nadie podía creer lo que estaba sucediendo, ni siquiera un graderío malacitano que veía como su equipo ponía distancia en el luminoso sin casi dar dos pases seguidos, sin casi pasar el medio del campo.

Nada se podía reprochar a jugadores o técnicos, el repaso que los de rojo le estaban propinando a los locales era de dimensiones colosales. Es en este punto en el que se pueden comprender los "por qué" de muchas cosas... actitud. El Sevilla podría haber vuelto a la capital con una injusta derrota, con algún punto menos en su casillero, pero lo podría haber hecho con la cabeza muy alta. Y ni medios, ni aficionados habrían estado en posición de criticar lo más mínimo... repetimos, ACTITUD.

De nuevo el sevillismo tiene que rendir tributo al chaval llegado desde el silencio, al muchacho cultivado durante sus últimos años de juvenil en "La Carretera de Utrera". Diego Perotti se volvía a salir en un partido importante y dejaba detalles que lo siguen postulando como fenómeno mundial en esto de darle a la pelota. Hay que ser conscientes que desde el cuerpo técnico se pretende ir con tiento y paciencia con este chico, pero él se empeña una y otra vez en lo contrario, pidiendo a voces una camiseta de titular.

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