Dejando penaltis a un lado, al menos uno de ellos clarísimo sobre Adriano Correia, el partido por parte sevillista comenzó a dejar de ganarse cuando, a eso de un par de horas antes del mismo, se conocía una alineación revolucionaria que más tarde llevaría al conjunto rojo a desplegar un fútbol mediocre y, en momentos, desastroso. De este modo se le daban alas a un débil rival que, se supone que agradecido, superaba una y otra vez al once de Manolo Jiménez.

Fueron hasta siete las novedades introducidas en el equipo, varios de ellos debutantes en partido oficial este año y al menos uno en proceso de recuperación después de seis meses de lesión. Se comprende la expresión de asombro en todos y cada uno de los sevillistas al contemplar la alineación que saldría en el derbi. El margen era estrecho, podía salir cara o podía salir cruz. Finalmente la cosa quedó en tablas y aún así se preven largos debates con el entrenador en pleno disparadero.

No fue hasta la segunda parte, con la inclusión de Jesús Navas, Diego Capel y Maresca, cuando el Sevilla tomó el mando y sometía al rival a un cerco en su propia área. Serían aproximadamente 25 minutos en los que cambió radical y naturalmente el rumbo del partido, las rotaciones y la necesidad de que todos vayan participando son la excusa esta vez. La competición regresa justo en un par de días, y será el momento para hacer bueno el empate venciendo al RCD Espanyol.