El intrascendente partido de esta noche ante Grecia, dado que ninguno se juega nada salvo el honor de vencer, viene salpicado por el morbo de los cuartos de final. Después de catorce años de espera, España tendrá la oportunidad de vengarse de aquella eliminatoria de infausto recuerdo en la Copa del Mundo de 1994. Todos tenemos grabado en la memoria a un Luis Enrique ensangrentado tras recibir aquel codazo de Mauro Tassotti.

Las conjugaciones eran variadas pero, como es norma habitual en estos casos, todas se alinearon para propiciar el pase de Italia. Los azzurros se deshicieron con comodidad de una selección francesa que vuelve a marcharse de un campeonato de primer orden sin lograr ni una sola victoria. A buen seguro esta habrá sido la última convocatoria para ver a los Thuram o Makelele con la camiseta del gallo en su pecho.

Ahora España afronta su último partido de grupo con el pensamiento puesto en el incómodo combinado transalpino y, para la cita de hoy, Aragonés planea dar merecido descanso a los que vienen siendo habituales. Será turno para que Cesc Fábregas coja la batuta desde el inicio o para ver las evoluciones de Fernando Navarro, próximo fichaje sevillista aún sin confirmar. Por su parte Andrés Palop tendrá que seguir esperando mejor momento para enfundarse la roja.