El undécimo título del Sevilla tendrá que esperar. Decía el presidente Del Nido en la previa que el equipo no iba de turismo a Barcelona, iban a ganar el partido. Lo importante, una vez más, no es que el Sevilla perdiera anoche el encuentro de ida de la Supercopa. Lo realmente decepcionante fue como lo perdía. Tras ver los primeros 5 minutos, cualquier sevillista se podría haber retirado tranquilamente a otros menesteres con la total seguridad de que así se ahorraría un disgusto. Resulta alarmante que, a una semana justa del inicio del campeonato liguero, haya un abanico de hasta cinco jugadores (al menos) que han demostrado con creces su incapacidad para rendir en un equipo como este, y todavía se les tenga en cuenta para la campaña ya en curso.

Pero lo realmente preocupante puede llegar en tan solo dos días, los aullidos del lobo se escuchan cada vez más cerca. El martes, los de Álvarez se la juegan a cara o cruz ante un conjunto que se dejará hasta la última gota de sangre en el césped del Sánchez-Pizjuán. La actualidad sevillista, dentro de su contexto, es verdaderamente agobiante. Repasemos: caídos estrepitosamente en la Supercopa desperdiciando una renta dos goles a favor; en espera de un partido vital para el futuro económico de la entidad con la necesidad de remontada; mostrando un juego y actitud lamentable; con un jugador en rebeldía dentro del vestuario y que, curiosamente, es un puntal en la defensa; y una serie de futbolistas incapacitados sin aparentes recambios.

Habrá que agarrarse lo más fuerte posible al anterior post. Qué Dios nos coja confesados.