¿Quién va a compensar al club por la pérdida del jugador por una temporada completa?, ¿quién va a pagar los costes del tratamiento y rehabilitación?, ¿quién asumirá la ficha de un futbolista que ya no cumplirá con su trabajo durante un largo período de tiempo?, ¿quién proporcionará los gastos que genere la adquisición de un recambio si procede?, ¿quién...? Bla, bla, bla... usted paga y otros lo disfrutan, hasta que se lesiona.

No cabe en cabeza humana que a día de hoy, en pleno siglo XX, las cosas estén como están. Una entidad deportiva privada se gasta miles de millones de las extintas pesetas en contratar a un futbolista, un trabajador que cobra por ello una importante suma de dinero inalcanzable para el resto del mundo. Pero ojo, está OBLIGADA (porque sí) a cederlo cuantas veces se le requiera para otros menesteres que poco importan al que pone la pasta. Eso sí, si el trabajador sufre un accidente laboral usted corre con todos los gastos y yo me lavo las manos.

Esta es la increíble situación del mundo de la pelota, no es broma. El Sevilla FC cede a Arouna Koné a la Federación Marfileña de Fútbol en plenas facultades y lo recibe de vuelta totalmente discapacitado para la práctica de este deporte. No sólo eso, sino que lo devuelve con la interrogante de si una vez recuperado de tan gravísima lesión, la temida triada, quedará satisfactoriamente recuperado para cumplir con su club durante el resto del contrato.

La situación es totalmente aberrante y bochornosa pero, mientras usted se tira de los pocos pelos que le queden ya, sepa que cualquier otra federación del montón vendrá mañana para EXIGIR los servicios de Escudé, Kanouté o del mismo Romaric.