Cuando el raciocinio se impone, cuando la normalidad toma cuerpo, es sencillo que ocurran cosas como las que tuvieron lugar el pasado domingo en la Avenida de La Palmera. Se trata de una lógica aplastante que se viene mostrando como tal desde hace ya bastantes años, el equipo grande destroza al pequeño.

Se pierde cada vez más el tan cacareado derbi con más pasión del fútbol español. Las bromas, los chistes y las risas han sido suplidos por el silencio o el desprecio... es, como en todos los ordenes de la vida, lo que provoca la rutina. La rutina de que un equipo a años luz de otro se ensañe una y otra vez con el más débil, como sucede en Barcelona con Barça y Espanyol, como pasa en Valencia con el conjunto ché y el Levante, etc. Enorme este documento.

Pasando a otros asuntos más novedosos, gran éxito el I Champions for Africa de la mano de Kanouté, Unicef y el Sevilla FC, unas 30.000 personas aproximadamente se citaron en el Sánchez-Pizjuán para ayudar a los niños de Mali y rendir honores al Eterno 16. Entre otros tantos cracks mundiales de este deporte, hizo especial ilusión al gentío la aparición de un grueso Davor Suker. Se volvió a escuchar ese cántico de los años 90 en la grada norte, un genio el Mago de Osijek.