Hay formas de perder, pero la del pasado domingo ante el FC Barcelona fue una de las más raras de los últimos años. No, no nos hemos vuelto locos, lo que pasa es que el empate del otro día deja un regusto a derrota de los que no se recordaban. Y es que este Sevilla se ha convertido en un grande del fútbol nacional, en el que una derrota... o empate en casa supone una tragedia, aunque sea frente a todo un Barcelona.

El equipo catalán se escapa vivo de Nervión por segunda vez en la temporada, saca petróleo de practicamente la única ocasión de la que goza y se lleva un puntito inesperado después del recital blanco en la primera mitad. Muchos vinculan el bajón de la segunda parte a las consignas de Manolo Jiménez en el vestuario, a los cambios... pero por una cosa o por otra, la manera de afrontar los segundos 45 minutos dejó mucho que desear, sobre todo a raíz de la injusta expulsión de Keita.

Después del enorme partido que se volvió a marcar el de Mali, tuvo que ser en su único error en el que Xavi aprovechara para poner las tablas en el luminoso. El pasito atrás de los andaluces no fue pasado por alto por los blaugranas, que a pesar de jugar desastrosamente, aún conservan jugadores de altísima calidad a los que no hay que dejar ni un palmo de terreno.

Por resaltar algo positivo, dediquemos un momento a hablar de la actuación de Adriano en el lateral zurdo. Tremendo partido se marcó frente a Lionel Messi al que, entre el y los centrales anularon por completo. Puede haber encontrado el Sevilla la solución a sus problemas en esa franja del terreno de juego, además de que hoy por hoy, Dragutinovic y Escudé son la mejor pareja de centrales que puede sacar Jiménez hasta recuperar a Navarro.