On 3 ene 2008 0 Comentarios

El desastre sobrevoló Nervión cuando, a eso de las 22:40 de la noche, el Sevilla perdía por dos tantos a tres frente al modesto Club Deportivo Dénia. Más tarde Chevantón y Kanouté le darían la vuelta a la tortilla para poner al vigente campeón en la siguiente ronda.

El partido pintaba de dulce para los sevillistas cuando entraban en la caseta durante el tiempo de descanso, dos a cero mostraba el luminoso, y el jugador más valorado de la plantilla se quedaba en el vestuario. Martí ocuparía su puesto en el lateral derecho.

Nadie, ni los más pesimistas del lugar, pensaban que el Dénia podría dar algún problema a la parroquia sevillana. Pero tan sólo fueron dos ocasiones las que le bastaron para hacer tres goles, el último de penalti. Tanto la afición desplazada desde alicante como los propios jugadores del plantel amarillo enloquecían.

La relajación fue la clave, pero el susto que se apodero del graderío blanquirojo se fue contagiando al propio terreno de juego. La gente comenzaba a desfilar cabizbaja lamentándose de la catástrofe y con el derbi a la vuelta de la esquina. Hasta que llegó el minuto 89 y en esos cuatro minutos que alargó el trencilla, los sevillistas elaboraron hasta cuatro ocasiones claras de gol.

La primera la transformó Chevantón y la última Kanouté de pena máxima. Finalmente la sonrisa para los locales y las penas para los visitantes, que se vieron virtualmente clasificados en lo que hubiera sido el sorpresón de esta edición de la Copa del Rey.

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