Así es la diferencia entre uno y otro, en todos los sentidos. Eso es lo que se vio anoche sobre el tapete del Ramón Sánchez-Pizjuán, dos rivales que parecían de distinta categoría, hombres jugando contra niños y 3-0 al final de un partido que fácilmente pudo acabar 5-0.
Lo decíamos en el post anterior, que un derbi es otra cosa, que no se pueden medir estados de forma antes de llegar a este encuentro... mentira. El aplomo, la sabiduría con la que jugaron los once de blanco contrastaba en exceso con la desgana, falta de preparación y demás calificativos que reflejaban los de verde.
Lo decíamos en el post anterior, que un derbi es otra cosa, que no se pueden medir estados de forma antes de llegar a este encuentro... mentira. El aplomo, la sabiduría con la que jugaron los once de blanco contrastaba en exceso con la desgana, falta de preparación y demás calificativos que reflejaban los de verde.
Corría el minuto 15 o 20 del segundo tiempo cuando los aficionados visitantes de la grada alta de Gol Sur comenzaban el desfile cabizbajos hacía sus respectivos hogares. La madurez con la que la hinchada blanquiroja recibió la victoria es de aplaudir, sin duda están ya muy por encima de localismos. Este Sevilla en todas sus facetas está ya a otro nivel, social, deportiva y administrativamente hablando... es otra cosa.
La sensación hoy en la ciudad es extraña. El silencio es el punto a destacar, unos por vergüenza y resignación y otros por misericordia. Nunca se vivió nada igual, hablar del partido en sí mismo sobra, analizar los 90 minutos de juego ¿para qué?
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