Tras el lío de las camisetas, las desafortunadas palabras del presidente y el debate sobre el entrenador todavía latente, la calma social la trae un resultado favorable ante el recién ascendido Zaragoza. El Sevilla goleaba a los maños sin llegar a enamorar del todo, pero borrando de un plumazo la pésima imagen de Mestalla. Por momentos el choque recordaba a los de la época dorada del fútbol sevillano, las riendas estaban sueltas y los jugadores atacaban con el cuchillo entre los dientes, sin tapujos a por el rival. De este modo el sevillismo disfrutaba de cuatro goles que bien pudieron ser alguno más.

Un planteamiento acertado para solventar la papeleta antes del encuentro inter semanal de Champions en el que se prevé que haya bastantes rotaciones. La plantilla es larga y cuenta con efectivos de comprobada solvencia, será el turno de los Duscher, Navarro, Acosta o Diego Capel entre otros. A priori se plantea un choque fácil ante un rival totalmente desconocido, más propio de las rondas previas de la Uefa Cup, y que parece propicio para ir dando entrada a los menos habituales. Aunque bien es cierto que puede resultar engañoso y que el susto podría ser de los que hacen época si se subestima en exceso al contrincante, también habría que poner en la balanza el probable estado de motivación de un conjunto no acostumbrado a pelear en grandes competiciones.

La cita para continuar inyectando anestesia en tan irritable masa social será el próximo miércoles a las 20:45 horas. Se espera la más que aceptable respuesta de una afición que está deseosa de volver a confiar plenamente en los suyos, de volver a vibrar con el juego de su equipo. No se puede dejar pasar esta oportunidad.