Aún a riesgo de parecer repetitivos nos aventuramos con otro artículo para un protagonista que no sólo merece uno, sino mil. Una oscura tristeza embargaba los corazones sevillistas allá por el mes de agosto, todo apuntaba a que partía uno de los más codiciados mitos de la historia reciente. Parecía todo arreglado pero el Sevilla se mantenía en su postura a sabiendas que nuestro protagonista de hoy no forzaría la máquina para salir, todo un profesional y agradecido. Hablamos nuevamente de, quien sino, Andrés Palop Cervera.

La historia, tantas veces repetida, tenía lugar otra vez, ahora en el campo del Getafe. El jugador besa el balón, lo acomoda sobre el punto de penalti, toma unos metros de carrerilla hacia atrás, suspira hondo para tomar aire, inicia la carrera y golpea de alguna manera el balón... ¿el final? ya todos lo conocemos. Este punto de inflexión dota de alas a su equipo y esto se suele traducir en partidos, eliminatorias y hasta títulos ganados. ¿Cuántas paradas vitales, cuántos penaltis atajados, cuántos goles anotados, cuántos campeonatos levantados...?

La mala fortuna para este coloso sevillista no ha sido otra que la de encontrarse siempre de frente con otro maestro de las porterías, Iker Casillas. De otro modo el panorama nacional no tendría otro remedio que rendirse a los pies de este valenciano que vio su juventud aniquilada por una dictadura pactada entre su anterior club y otro portero, esta alianza le privó de demostrar al mundo lo que es capaz de hacer. Por suerte al rescate estuvo el Sevilla FC, por suerte el suele salir también al rescate del Sevilla FC ahora.