Ríos de tinta han corrido estas últimas semanas con el nombre de Andrés Palop como protagonista, desgraciado protagonista en este caso.

El equipo se ha metido abajo en el inicio del campeonato, siempre aclarando que con un partido menos, pero la gente con lo que se queda es con que este Sevilla poderoso ocupa la 15ª plaza en la clasificación. Sin más.

La racha de derrotas, pero sobre todo la de las cuatro consecutivas en Liga, han mermado considerablemente las ilusiones del gran público y la presión que empieza a recaer sobre la plantilla se palpa en el ambiente. Las iras de algunos se están centrando en la defensa, más concretamente en el centro de la defensa y por extensión en el que ocupa la portería.

La verdad es que no está últimamente muy acertado el valenciano. Se comió algún que otro gol fácil de parar (como el de Zaragoza), tuvo mala fortuna en otros tantos (como el primero en Londres) y en la mayoría simplemente no pudo hacer nada (el último en Liga ante el Depor).

Se ha especulado bastante con que podía dejar el puesto en favor del italiano De Sanctis, pero lo cierto es que al final parece que sigue contando con la confianza del técnico.

No se trata de dar o quitar razones a nadie, pero hay que recordar que fue Andrés el que nos metió literalmente en la siguiente eliminatoria ante el Shaktar, el que nos dio finalmente la segunda Copa Uefa en una tanda de penaltis histórica, el que puso la primera piedra de la Copa del Rey deteniendo un mano a mano antológico ante Güiza... En resumen, uno que ha contribuido enormemente en la construcción de este Sevilla FC de leyenda, uno que pasará a la larga historia del club como uno de los más grandes.

Sólo la perspectiva del tiempo nos dejará ver a las claras la figura mundial que tiene el Sevilla entre los tres palos de su portería.